El término aparece entre los años 1890 y 1914 en Francia. La expresión no surgió hasta concluir la 1 guerra mundial. Se pretendía, por contraste calificar como Edad de Oro a la época inmediatamente anterior al conflicto y expresaba la reacción de los que añoraban el pasado ante los horrores sufridos en la contienda. La economía francesa experimentó un importante progreso y la estabilidad monetaria contribuyó a alimentar el mito de la buena vida durante esa época.
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